viernes, enero 01, 2010

Afuera es año nuevo

            Afuera es año nuevo y suenan "cuetes" en el aire detrás de la ventana de esta habitación 207 del Hospital Ángeles de Puebla. Mariana y yo acabamos de darnos un abrazo, justo cuando el siempre cursi programa de Televisa anunció que eran las doce de la noche. En medio de las nebulizaciones que cierran el día junto con la última fisioterapia pulmonar, nos hemos dedicado una mirada larga y alegre a pesar de que se abrió paso tras una lágrima que vilvía "vidriosos" nuestros ojos. Nos hemos dicho que 2010 será un buen año. Después le he dado un beso fuerte de parte mía y otro por Gaby, por Paulina y por Daniela, pues todos estamos juntos a pesar de que el silencio cubre este edificio nuevo y lujoso pero no por ello menos cargado de incertidumbre, dolor y aburrimiento.

            Aquí parece que no pasa el tiempo y eso se siente con más fuerza en esta noche solitaria de pasillos desiertos y enfermeras de guardia. Justamente hoy que hacemos conciencia de nuestra temporalidad que necesita ciclos socialmente construidos para poder hacer el universo de nuestro tamaño, estamos aquí en este espacio donde las horas se congelan.

            Detrás de estos cristales hay fiesta, hay fiestas, hay gente de fiesta pero nosotros festejamos otra cosa: hoy le han cambiado a Mariana la mascarilla de oxígeno por las puntas nasales, hoy nos han dicho que el cultivo ya no muestra Pseudomona y eso es nuestro año nuevo, nuestro inicio de ciclo, nuestra renovación de la fuerza y el ánimo, nuestro motivo profundo para dar gracias y celebrar la vida que sigue ganando la partida.

            Afuera es año nuevo y apenas pasó por esta ventana del 207 en forma de globos que lanzaron Bernardo, Ana María, Mary, Daniela, desde el estacionamiento del hospital hoy por la tarde. Mariana los vio de pie desde su cuarto, pasaron en un instante y se fueron sin rumbo fijo, hacia el infinito cielo azul aborregado por el frío…los vio y ya por la noche lloró un poco, mucho menos que en navidad, pero lloró la imposibilidad de estar del otro lado de los cristales justo esta noche.

            Ha sido un año nuevo distinto, sin duda no el soñado por nadie. Y sin embargo estoy aquí, al lado de su cama y no me siento triste, ni extraño lo que pasa allá afuera…tampoco estoy feliz como es obvio, pero esta sensación no es de cansancio –aunque estoy cansado- ni de resignación –aunque me he ido resignando-, tampoco de indiferencia ante lo que pasa en nosotros y fuera de nosotros, puesto que me importa pero aún así, de un modo diferente, estoy disfrutando la noche. Es una sensación de profunda tranquilidad, como una convicción muy honda de que todo va a mejorar, de que Mariana va a tener en 2010 el año de su recuperación plena aunque ya nunca vuelva a ser la misma. ¿Será así como se siente la esperanza?

 

                                                                                  Martín

                                                                                  31-dic-09/ 1-Ene-10

 

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